- Augusto de Prima Porta -
Análisis formal:
Escultura en bulto redondo, de cuerpo entero en actitud de pie como dirigiéndose al público, realizada en mármol. Las superficies parecen lisas y pulidas aunque en su armadura se aprecian relieves de mucho trabajo. Se aprecia algo de frontalidad y su actitud es reposada y serena, con una posición de contraposto al estilo de la Grecia Clásica. La luz incide de forma homogénea y suave y no se aprecian restos de policromía.
En cuanto a sus formas de expresión se aprecia un naturalismo acusado con algo de
idealización. El parecido con la realidad es evidente pero en su rostro se ve al político sereno y seguro: realidad idealizada. La anatomía está muy bien trabajada al igual que los pliegues de sus ropajes. Todo está pensado para dar una dimensión temporal de eternidad.
La obra es de autor desconocido y data del 20 d.C.
Comentario:
La escultura representa a César Octavio, primer emperador de Roma .
Tras el asesinato de César, que le había declarado su heredero, formó parte del Segundo Triunvirato junto con Antonio y Lépido, de quienes se deshizo posteriormente. Hecho con el poder absoluto recibió los títulos de Imperator y Augusto. Dirigió sus luchas contra astures, cántabros y germanos.
Conquistó la cuenca del Danubio y proporcionó al Imperio una época de paz y esplendor cultural (Pax Augusta), si bien en medio de una notable falta de libertad.
Fue encontrada esta escultura monumental el año 1868 en Prima Porta, un lugar suburbano de Roma, junto a la Vía Flaminia. Probablemente es réplica o copia de otra escultura del emperador, realizada en bronce o tal vez en oro. Apenas unas huellas de rojo, amarillo, dorado y pardo sobreviven en la escultura. El copista nos presenta a Augusto divinizado, por tanto, descalzo, cual correspondía en el mundo clásico a los dioses y mortales deificados. A sus pies, a modo de soporte, Cupido sobre un delfín en alegórica referencia a la descendencia de los Julios de Venus.
Como era habitual en épocas pasadas, de esta forma se entroncaban religión, linaje y política, revistiéndose al poder personal de una aureola sagrada que justificase su ejercicio.
El Augusto de Prima Porta aparece en pie y con coraza; el paludamentum va enrollado en la cintura y sostenido por el brazo izquierdo, mientras el derecho avanza en gesto típico del momento de la alocución al ejército. La corona, coraza y paludamentum vienen a representar las insignias del poder imperial y la grandeza de quien lo encarna. Todo este repertorio iconográfico viene a subrayar, de manera inequívoca, la funcionalidad del arte como elemento de propaganda política. En el Augusto de Prima Porta hemos de distinguir, por tanto, entre forma y fondo, entre imagen y significado.
Con este retrato se inaugura y hace arque típica la modalidad de retratos imperiales de a pie, que proliferarán por todo el Imperio. Culmina así la larga e intensa tradición del retrato en Roma. El siguiente paso será la representación de los emperadores semidesnudos, coronados de laurel y portando atributos divinos como el águila de Zeus.
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